Me gusta atar cabos sueltos. Pienso que es una buena práctica, y a veces, da significativos resultados.
La situación podría describirse como “El retorno de los Extraterrestres” o, si fuera el título de un libro, “Cuando los Extraterrestres Retornan”.
¿De qué estoy hablando?
Les voy a dar los hechos, y quizás alguno de ustedes también quiera atar cabos sueltos.
Este verano, hubo cine al aire libre, en las noches de la Alameda de Washington. Una actividad nueva que comenzó exhibiendo “Encuentros Cercanos”.
Ahora “en una sala cercana a Ud.” hay dos películas para ver: algo para niños “Extraterrestres en el Ático”, y algo para adultos, “Distrito 9”, ambas tratando sobre extraterrestres.
Y, como último pero no menos importante, la carátula de la última edición de “Newsweek”, la bien conocida revista estadounidense, presenta el título de un artículo bajo el osado título de “Los Extraterrestres Existen”.
¿Alguien está tratando de distraer al público estadounidense de los problemas de la recesión, el desempleo, el debate sobre la reforma al sistema de salud, y otros temas, o alguien está tratando de preparar las mentes para cierta inesperada revelación?
Quizás sean sólo entretenimiento y los negocios habituales del verano. Pero de cualquier manera, es conveniente observarlo de cerca. Por las dudas.
Lo que sigue es el artículo escrito por Fred Guterl, y publicado por Newsweek, en traducción única y especial para este blog.
Milton W. Hourcade
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Los Extraterrestres Existen
En Hollywood, los extraterrestres siempre parecen favorecer la gran entrada. Aterrizan en los jardines de la Casa Blanca y nos imploran terminar nuestras formas violentas (El día que Paralizaron la Tierra, 1951). Ellos remplazan a los ciudadanos de un poblado de California con gente que sale de sus escondrijos (La Invasión de los Ladrones de Cuerpos, 1956). Ellos persuaden a Richard Dreyfuss que juegue con su puré de papas (Encuentros Cercanos, 1977). Hasta lucen como David Bowie (El Hombre que Cayó a la Tierra, 1976). Ahora mismo, en realidad, dos presentaciones de extraterrestres no relacionadas están invadiendo las salas de exhibición cerca suyo: las estrellas insectoides de Distrito 9, que hacen conocer su presencia estacionando un OVNI sobre Johannesburgo, y los hiperatictivos duendecillos de Extraterrestres en el Ático, que batallan contra un grupo de valientes jovencitos sobre la renta de una casa en el Medioeste.
Pero aún si los E.T. existen fuera de la pantalla plateada, las posibilidades de que nos descubran pronto en cualquier momento, son desvanecedoramente (*) escasas. Después de todo, proyectos como SETI (Búsqueda de Inteligencia Extra Terrestre) han estado esperando dede 1960 que los extraterrestres hicieran contacto, sin escuchar el más leve piiip. La buena noticia, no obstante, es que algunos científicos finalmente están centando su atención en el otro lado de la ecuación: una serie de misiones de alta tecnología diseñadas para ayudarnos a encontrarlos. Y aún en esta temprana etapa, la evidencia circunstancial que han reunido deja en claro que probablemente no estemos solos en el universo.
He aquí lo que sabemos. En 1955, astrónomos suizos detectaron el primer planeta extra-solar. Lamentablemente, era una gigante bola de gas orbitando muy cerca de su sol al punto que brillaba con suficiente calor y radiación para vaporizar aún a los más duros hombrecitos verdes. Pero por lo menos el descubrimiento demostró que hay planetas fuera de nuestro agradable sistema solar. Pocos años después, “super-Tierras” empezaron a revelarse a ellas mismas, más pequeñas, más firmes, a una distancia discreta de sus estrellas acompañantes. Aunque esos planetas son muchos más grandes y menos templados que el nuestro, hicieron que algunos astrónomos calcularan que quizás la mitad de los aproximadamente 200 mil millones de soles en la Vía Láctea sostienen mundos terrestres parecidos a la Tierra (**).
Hemos también descubierto que el agua, el ingrediente esencial para la vida, existe en muchas otras partes del universo –comenzando por nuestro propio patio trasero solar. Robotes han detectado cauces de agua recientemente cavados en lugares de las colinas marcianas – evidencia de recientes surgimientos. En Junio, astrónomos observaron geyseres de vapor de agua en Encelado, una de las lunas de Saturno. Aún el gaseoso Júpiter es un candidato – o por lo menos sus lunas Ganimedes, Calixto y Europa, la últimas de las cuales puede tener océnos más grandes que los nuestros, escondidos debajo de su corteza de hielo perpetuo.
La pregunta ahora es ¿cuántas de esas 100 mil millones de potenciales Tierras podemos razonablemente esperar que hayan retenido H2O y sirvan como cuna de vida, inteligente o no?
Entre a Kepler, una nueva y ambiciosa mision de la NASA. Lanzado vía satélite en Marzo, el telescopio espacial Kepler, de 600 millones de dólares de costo, usa un sofisticado fotómetro para observar la totalidad de 100.000 estrellas ubicadas en una región particularmente promisoria de la Vía láctea en tanto mide el tamaño y la órbita de cada planeta que pase frente a ellas. Cuanto más grande sea la sombra, más grande es el planeta; cuanto más a menudo aparece, más cercana es su órbita. El punto es aislar por primera vez mundos extraterrestres orbitando soles ajenos a distancias donde las temperaturas sean las adecuadas para que haya agua en estado líquido y posible vida. “Esta misión es como la de Colón” dice el principal investigador Bill Borucki. “Obtendremos planetas del tamaño de la Tierra, planetas terrestres, en la zona habitable. No será “cerca”. Lo sabremos.”
El concepto detrás de Kepler no es nuevo. Borucki –el tipo de individuo que se salteó los proyectos de secundaria para construir elaborados transmisores de OVNI— construyó su primer fotómetro en la universidad; comenzó a pensar sobre cómo podría aplicar la tecnología para buscar vida extraterrestre, poco después que arribó a la NASA en 1962. No fue sino hasta comienzos de la década de 1980, sin embargo, que Borucki comenzó a publicar trabajos científicos sobre fotometría e impulsó a sus jefes para financiar una misión fotométrica. ¿La respuesta de ellos? Es imposible. Indetenible, su equipo trabajó intensamente en el proyecto durante las próximas dos décadas, inventando nuevas tecnologías, mostrando que podían lograr la necesaria precisión, y solicitando fondos adicionales a cada momento, hasta que finalmente, en 2001, la NASA “se dio por vencida”, como dice Borucki. Después de tan sólo 10 días en órbita, el satélite midió algo de luz estelar en pocas partes por millón, causada por un distante Júpiter, demostrando que es suficientemente sensible para detectar planetas similares a la Tierra, dice Borucki. Para 2013, dice Borucki, es posile que Kepler haya localizado “cientos o aún miles” de mundos potencialmente habitables.
Hacia dónde vamos a partir de aquí aún no está claro. Pero suponiendo que la gente esté tan fascinada con el descubrimiento de verdaderas Tierras como lo están, digamos, por Will Smith combatiendo a invasores extraterrestres, [referencia a la película “Día de la Independencia”] podremos lanzar un telescopio diseñado para escrutar planetas auspiciosos por la presencia de CO2 y ozono, entonces inventar un aparato más intrincado para descubrir si esas atmósferas contienen o no isótopos de oxígeno consistentes con sistemas vivientes. El paso final, dice Borucki, es “una sonda que pueda viajar cerca de la velocidad de la luz y vaya allí, nos muestre imágenes, escuche sus estaciones de radios y televisión, y nos de una comprensión mucho mejor de este nuevo planeta.”
No estamos aún en la era de Viaje a las Estrellas [la serie de TV “Star Trek”]. Pero dados el suficiente tiempo e interés –y suficiente dinero-- los científicos creen que las posibilidades son ilimitadas. “No he sugerido nada que no sepamos bastante bien cómo hacerlo actualmente”, dice Borucki. “Después de Kepler no imagino a gente diciendo “No me importa la vida. No me importas esas maravillosas civilizaciones que puedan existir”. De modo que permitamos que la búsqueda continúe, suponiendo que, por supuesto, los E.T. no se muestren primero en la Casa Blanca.
Notas del traductor:
(*) “desvanecedoramente” traducción literal de un neologismo que tampoco existe en inglés.
(**) “mundos terrestres parecidos a la Tierra” parece tautológico, en el fondo una expresión poco feliz. No existen “mundos terrestres” o sea, de la Tierra o pertenecientes a ésta, sino que pueden existir mundos parecidos o similares a la Tierra.
No comments:
Post a Comment