Nuestro gran amigo y colega en el ámbito de la identificación aero-espacial, VICENTE-JUAN BALLESTER OLMOS, ha estado muy prolífico durante este tiempo de cuarentena debido a la pandemia que aqueja al planeta.
Merece, por sus conocimientos, por su vasta experiencia en el tema, leer con seria dedicación y atención cada uno de sus aportes.
Hoy presentamos uno redactado solamente en idioma español, que lleva por título: "OVNIS: ¿CUÁL ES LA INVESTIGACIÓN PRIORITARIA HOY?"
Aquí lo ofrecemos para provecho de nuestros lectores. ------------------------
Recientemente participé levemente en un debate online sobre
investigación “de campo” versus investigación
“de gabinete”. La primera se refiere a la encuesta de avistamientos ovni cara a
cara con el testigo. Se trata de adquirir la información sobre lo observado. La
segunda corresponde al estudio complementario de esa información, con vistas a
su posible resolución.
La adquisición de datos del sujeto perceptor se logra a
través de su transmisión directa al investigador, lo que se puede hacer de
muchas maneras, de forma presencial y no presencial. Supongamos que el ovni es
un ente físico. Entonces son los datos de magnitud, azimut, altura angular,
dimensión aparente, dinámica, duración, reacciones fisiológicas, efectos sobre
el entorno, desarrollo del suceso, etc., los que importa recabar. Datos y
mediciones en una exacta cronología espacio-temporal. Métrica, rangos y
gradientes, las “propiedades” de ese
fenómeno que se plasman en papel y que el teleanalista examina para
determinar su naturaleza. Si la encuesta está bien hecha y los datos acumulados
son completos, técnicos y objetivos, estos permitirán la solución del caso (a
menos que sea una anomalía desconocida).
No resulta imperativo, pues, que el
analista (con las herramientas tecnológicas actuales disponibles) tenga que
acudir al lugar de autos con el testigo para resolver un avistamiento ovni,
como está patentemente demostrado. Su laboratorio (despacho), portátil o PC y
programas astronómicos, geográficos y otros son suficientes para evaluar las
características observadas y explicar los sucesos con garantías.
Supongamos
que el ovni es una manifestación de un folclore o mitología contemporánea
surgidos en plena guerra fría y era espacial. Historiadores, antropólogos,
sociólogos y académicos de otras disciplinas han realizado descubrimientos
notables y planteado teorías y paradigmas esenciales en base a legajos, libros
y documentos, actuales o antiguos.
Días atrás terminé de leer Groundless, una obra
de Gregory Evans Dowd, profesor de historia y cultura americana de la
Universidad de Michigan. Es un estudio de la génesis, propagación y efectos del
rumor, las medias verdades y las falsedades en la América colonial del siglo
XVIII. Como el rumor se transforma en leyenda y la leyenda da forma a una
historia equivocada.
El profesor Evans establece una tesis erudita que se ha
convertido en un modelo específico de comportamiento sociológico en una época
épica concreta. ¿Alguien cree que el hecho de que esta investigación ejemplar
se realizara desde la oficina de una universidad o el despacho de una vivienda
queda inhabilitada por no haberse visto en persona con los indios Seneca o los
colonos británicos de entonces? Son los datos y la información, conservados en
papel durante tres siglos, lo que cuenta. Tampoco es, pues, imprescindible la
encuesta vis a vis el
narrador de la historia en este supuesto.
En mi trayectoria personal de
investigación, pareja a tres décadas de actividad profesional ajena, he
dedicado gran parte de mi trabajo ufológico al campo teórico, estadístico,
metodológico y de análisis de casos. Pero tengo una nada despreciable
experiencia en la investigación sobre el terreno, acreditada en numerosos
artículos y libros. No es imprescindible la última para aclarar un relato ovni,
pero sí te proporciona una sensibilidad añadida: fundamentalmente, comprobar
cuán convincente es el testimonio de una persona que cuenta haber observado
algo fenomenológicamente irregular y que resuelves que ha sido Venus, la Luna o
simplemente fruto de su imaginación.
En resumen, sostener la dicotomía entre
encuesta a pie de sujeto o análisis a distancia es un planteamiento falso. La
verdadera investigación, idealmente, debería ir al unísono, la unificación de
ambas. Pero raramente el encuestador está interesado en (o es competente para)
ir más allá de su
reunión con
el testigo. Y entonces es cuando debe aparecer la investigación subsidiaria.
El
debate al que aludía inicialmente se preguntaba también qué resulta más
prioritario en la actualidad, si una tarea u otra. Siendo ambas importantes,
cuando nuestros archivos rebosan casos, seguir con las encuestas ‒como si la siguiente
fuera a contribuir algo que las anteriores no han aportado‒ solo sirve para
añadir casos que serán falsados en los años siguientes.
A mi juicio, prima
analizar la masiva “evidencia” recogida durante siete décadas y realizar un
análisis de conjunto. En otras palabras, como escribí: “la encuesta es el
principio, no el fin. A mi parecer, tenemos toneladas de Pechblenda, si hay
Radio escondido hay que buscarlo allí, no excavar unos gramos más porque eso
solo conducirá a alargar
ad infinitumla
resolución del misterio”.
Para finalizar, un par de apuntes empíricos, que no
pueden soslayarse. La verdad es que la calidad de la mayoría de las encuestas
ovni en España dista mucho de ser impecable. Generalmente contienen el grave
sesgo de la presunción “extraterrestre”. Seamos sinceros y reconozcámoslo. Y lo
que habitualmente no pasa de ser una mera entrevista periodística coloquial se
queda a medias. No hay discusión crítica. Y, sin solución de continuidad, pasa
a la revista de turno, eso sí, convenientemente ilustrada.
Como argumento en
favor de la indispensable investigación sobre el terreno se habla de que la
comunicación no verbal ayuda a evaluar al testigo. Cierto. Siempre que se tenga
la capacitación requerida, que brilla por su ausencia en el 99% de las veces.
Y, en todo caso, solo serviría para detectar los casos fraudulentos. Porque
para establecer que el observador se confundió con un planeta, una estrella, un
bólido o una reentrada espacial no se necesita ver si sonríe entre dientes, es
petulante o tímido, condescendiente, cínico, ignorante o está doctorado.
Además, si es tan importante para conocer al testigo, ¿por qué la mayoría de
las encuestas ufológicas son incapaces de explicar los casos que luego se
aclaran posteriormente?
Valencia (España), 12 de abril de
2020.
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