Para muchos investigadores de OVNI en muchas partes el mundo que han estado trabajando con el tema por décadas, el nombre de C.I.O.V.I. les es familiar, y ellos saben cuán serio y confiable fue el trabajo de la institución uruguaya.
Pero para las
personas que llegaron al escenario OVNI en años recientes, pienso que es bueno
decir algo acerca de cómo empezamos, cuáles eran las ideas predominantes
entonces, cómo el desarrollo de la investigación y estudio de casos cambió
nuestras mentes y reformó nuestra visión completa acerca del tema OVNI.
Primero que nada,
cuando comenzamos nuestras actividades éramos jóvenes. Probablemente yo era el
más joven, con 19 años. Los otros estaban en el comienzo de la década de los
veintes –23 a 25 años de edad. Ese
factor nos dio desde el comienzo entusiasmo emparejado con curiosidad.
Eso nos llevó
inmediatamente a establecer contacto con organizaciones y personas en todo el
mundo pero principalmente en Argentina, Brasil y Estados Unidos de América.
Todas esas personas y
organizaciones y nosotros –por supuesto—compartimos la misma voluntad de
conocer qué era lo que realmente estaba ocurriendo, pero aceptamos y hasta
cierto punto disfrutamos el privilegio de conocer cosas que la vasta mayoría de
la gente ignoraba. Nos sentimos depositarios de un secreto muy especial que
para el público en general en ese momento de la historia sonaba ridículo: que
éramos visitados por extraterrestres y que los “platillos volantes” como se les
llamaba entonces, eran sus naves.
Cuando estaba
editando el libro “Extraterrestres,
Naves y Fraudes” (Amazon, Dic. 27 de 2018, 206 págs.) que fundamentalmente
es la primera y única encuesta hecha entre los principales investigadores de
Europa y las Américas, me di cuenta que todos comenzamos con las mismas ideas.
Es justo reconocer
que esas ideas tenían un origen común: los Estados Unidos de América a través
de organizaciones como el Comité Nacional de Investigación de Fenómenos Aéreos
(NICAP) cuyo nombre era en cierta manera engañoso porque alguien podía pensar
que el adjetivo “nacional” implicaba una organización oficial, añadido a que su
sede estaba en Washington, D.C. la ciudad capital.
La otra importante institución
estadounidense era la Organización de Investigación de Fenómenos Aéreos (APRO).
Ambas publicaban
regularmente boletines con cantidad de información, fotos y gráficas.
Ambas apuntaban a un
origen extraterrestre de los OVNIs.
Fue la permanente
investigación aplicando el método científico, el sistemático y necesario
escepticismo aplicado para analizar las declaraciones de los testigos y una
firme adhesión al principio del rasero de Ockham lo que nos ayudó a explicar el
cien por ciento de los casos que tratamos.
Y fue precisamente
esta permanente labor de investigación, estudio y análisis de tantos casos lo
que nos convenció de que no estábamos
tratando con extraterrestres, de que fue un mito creado por la Fuerza
Aérea de Estados Unidos como una forma inteligente y astuta de ocultar las
actividades aéreas experimentales y operacionales relacionadas con misiones de
reconocimiento.
Un mito amplificado
por los medios que penetró profundamente en las mentes del público en general.
Un mito al que contribuimos inocentemente hasta que nosotros, por nosotros mismos,
nos dimos cuenta que la realidad era totalmente diferente.
Un proceso similar
sucedió con colegas en otras partes del mundo.
Es por eso que la
actual investigación y estudio del tema ha devenido para unos pocos individuos
la búsqueda en Antropología, Psicología e Historia.
Si prestamos atención
a la realidad física de algo extraño, podemos pensar en un fenómeno natural
hasta ahora no conocido o reconocido por la ciencia, o aparatos hechos por el
ser humano usando un tipo superior de física.
Una cosa quisiera
rescatar sobre el C.I.O.V.I.: conjuntamente con nuestro entusiasmo y
curiosidad, estábamos animados en nuestro esfuerzo por la firme intención de
servir al país.
Milton W. Hourcade
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